Marcos 4:35-41
El pasaje de Jesús durmiendo durante una tormenta es la mar de interesante. Muchos imaginan que luego de Jesús despertar y calmar la tormenta, al preguntarle a sus discípulos por su fe, implicaba que ellos debieron calmar la tormenta por sí mismos en lugar de despertar a Jesús para que lo hiciera. La realidad es que ellos no despertaron a Jesús para que calmara la tormenta, de hecho eso era lo último que estaban esperando que ocurriría. Cuando Jesús calma la tempestad es cuando ellos más se asustan, y se preguntan ¿quién es este que aún el viento y el mar le obedecen? Ellos no lo despiertan para que calme la tormenta, lo despiertan para que, igual que ellos, se llene de ansiedad según amerita la tormenta que está por hacerles zozobrar. Así que la fe por la que Jesús les indaga no es la fe para calmar la tormenta sino la fe para confiar en medio de la tormenta. Hay que tener más fe para dormir en la tormenta que para calmarla. Típicamente sabemos que debemos tener fe en Jesús pero también deberíamos aspirar a tener la fe de Jesús. Miguel Limardo decía que Jesús veía aquella barca como una hamaca y que podía dormir porque sabía bien que era su Padre quien la mecía.
Que la gracia y la paz de Dios nos cubra de forma especial mientras nos preparamos para la llegada del huracán Irma a nuestro entorno. Seamos la sal y la luz que nuestro pueblo necesita, ante la angustia y el desespero que arropa a muchos. Y modelemos la solidaridad.
Seamos diligentes y proactivos en tomar las precauciones pertinentes, prepararnos y suplirnos con los artículos de primera necesidad, teniendo siempre presente que Dios está con nosotros TODOS los días de nuestras vidas.
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza” (Salmo 46:1-3).
Gracia y paz, Pastor Javier GómezACM Distrito de PR