Nos enfrentamos a un evento sin precedente en nuestros tiempos. La Pandemia del COVID-19 ha alterado nuestras vidas de una forma que pocos anticipábamos. Las escuelas canceladas por dos semanas, centros comerciales cerrados, reuniones de más de 50 personas disuadidas y un toque de queda a partir de las nueve de la noche. Muchos se sienten asustados y confundidos, otros están intentando navegar esta nueva realidad que nos ha tocado vivir. Vemos las noticias, las conferencias de presa y las redes sociales y nos sentimos abrumados por la cantidad de información, y desinformación, que viene hacia nosotros.
En medio de la histeria colectiva hay un grupo que corre el riesgo de ser olvidado. Este grupo está siendo directamente afectado, sus rutinas están siendo alteradas, no entienden bien todo lo que sucede e interpretan los sucesos a partir de nuestras actitudes y respuestas. Hablo de nuestros niños. Sus pequeños ojos nos están mirando, sus oídos nos están escuchando. Están muy atentos a lo que ocurre, a cómo se sienten sus padres y sus familiares. Ellos necesitan su ayuda para procesar e interpretar lo que está ocurriendo. Al reflexionar sobre esto tres asuntos importantes vienen a mi mente:
1. Pienso en las palabras de Jesús en Mateo 19:16 "dejen a los niños venir a mi".
Es fácil subestimar la capacidad de los niños en momentos como este, asumir que no entienden y dejarlos a oscuras de lo que ocurre. Por otro lado, también corremos el riesgo de llevarnos a los niños enredados en nuestra propia histeria. Debemos cuidarlos de nuestros extremos. No los llevemos a la ignorancia, tampoco los llevemos a la histeria. ¡Llevémoslos a Cristo! Su amigo Jesús está listo para ayudar a nuestros niños a navegar este tiempo inusual.
¿Cómo podemos llevar a nuestros niños a Jesús? Encarnando el ministerio de Jesús en sus vidas. Contestando sus preguntas. Escuchando sus preocupaciones. Validando sus sentimientos. ¡Recordándoles el Evangelio! Nuestras conversaciones con los niños pueden ser una puerta a la eternidad donde Jesús mismo se encuentra con ellos.
2. También recuerdo las palabras de Pablo a los Efesios "aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos" (Efesios 5:16).
Nos encontramos encerraditos todos en casa, pasando más tiempo juntos de lo usual. ¿No le suena esto a un gran momento oportuno? ¡Es un excelente momento para aprovechar y llevar a cabo su responsabilidad tan importante de invertir en la formación espiritual de su hijo!
Separe un espacio de tiempo para tener un devocional familiar. Esto puede ser algo simple que responda a la personalidad particular de su familia. ¿Les gusta cantar? Repase uno de esos coros basados en los Salmos o produzcan su propia canción. ¿Les gusta dibujar? Hagan un mural juntos basado en los primeros dos capítulos de Génesis. ¿Disfrutan de la actividad física? Tiren bolas de papel al gigante Goliat mientras gritan: "Dios es más grande que mi problema".
Además, es un momento oportuno para crear memorias divertidas que pasarán la prueba del tiempo. Vamos a sacarle el polvo a los juegos de mesa. Escojamos una película para ver juntos. Volvamos a practicar el hábito olvidado de divertirse. Sus niños se lo agradecerán y su propia alma también. La diversión es un regalo del cielo para nuestra alma agitada.
3. Por último, pienso en nuestro valor como familia Aliancista "El Evangelio tiene que ver con todo".
Gracias a Dios ese "todo" no excluye el COVID-19. ¡Es momento de pensar en el Evangelio y sus profundas implicaciones para este tiempo! Nuestros niños deben ver cómo esas profundas implicaciones están dirigiendo nuestras respuestas y actitudes. Cuando ellos se sientan nerviosos o preocupados, debemos compartirlas con ellos.
El Evangelio nos recuerda que:
A Dios no le ha tomado por sorpresa este evento
Su cuidado y Su fidelidad permanecen
Jesús sigue teniendo toda autoridad en el cielo y en la tierra
Seguimos siendo la sal y la luz del mundo
Podemos encarnar y extender el Evangelio en tiempos de COVID-19, en especial a nuestros niños, porque nuestro Dios sigue siendo el mismo. Él sigue siendo todo lo que necesitamos.
"No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús." Filipenses 4:6-7