A Veces Se Nos Olvida

November 27, 2019

"Luego Moisés le dijo a toda la comunidad de Israel: «Esto es lo que el Señor ha ordenado: junten una ofrenda
sagrada para el Señor. Que todas las personas de corazón generoso presenten al Señor las siguientes ofrendas:
oro, plata y bronce; hilo azul, púrpura y escarlata; lino fino y pelo de cabra para tela; pieles de carnero curtidas
y cuero de cabra de la mejor calidad; madera de acacia; aceite de oliva para laslámparas; especias para el aceite
de la unción y para el incienso aromático; piedras de ónice y otras piedras preciosas para incrustar en el efod y
en el pectoral del sacerdote. Entonces, toda la comunidad de Israel se despidió de Moisés, y cada cual regresó
a su carpa. Todos aquellos con el corazón motivado y el espíritu conmovido regresaron con ofrendas sagradas
al Señor. Trajeron todos los materiales que se necesitaban para levantar el tabernáculo, para realizar las
ceremonias y para confeccionar las vestiduras sagradas". (Éxodo 35:4-9, 20, 21 NT)

Quiero llamar vuestra atención a que las personas que responden a la ambiciosa solicitud de Dios en el texto
aludido arriba lo hacen con el corazón motivado y también con el "espíritu conmovido". Es fácil inferir que ellas
estaban CONMOVIDAS porque tenían especialmente presente todo lo que Dios recién había hecho por ellas.
Este es el Dios que los sacó de aquella horrenda tierra de esclavitud, este es el Dios que los hizo pasar nada
menos que a través del mar, y que los libró del ejército más poderoso del mundo, sin perder siquiera a uno de
ellos.

Y cuando tú y yo nos detenemos a pensar en ¡todo eso que Dios ha hecho por nosotros!, igual nos
conmoveremos, especialmente al menor pedido de su parte (sin importar lo ambicioso que parezca). Complacer
sus deseos, aún al grado del sacrificio personal, será nuestro privilegio, y todo con el más profundo
AGRADECIMIENTO.

Al final del día, de eso es que adolece la iglesia cuando escasean voluntarios, ofrendas o iniciativas. Puesto de
otra manera - no es que no haya chavos, y no es que no haya gente, es que no hay agradecimiento; no hay la
vívida conciencia de lo que ha sido hecho por nosotros, no hay memorial.

Por lo que debemos comenzar por ahí. Antes de exigirnos a nosotros mismos una actitud de mayor sacrificio
ante mil y una necesidades, deberíamos primero recordar. Piénsalo, ¿qué ha hecho Dios por ti? ¿de dónde te
sacó, de qué te libró, cuánto te perdonó, cuánto te ha provisto, cuánta gracia ha derramado sobre tu vida,
cuántos mares rojos has atravesado, cuántas canciones nuevas te ha hecho cantar? Tener memoria de esa
realidad nos llena de agradecimiento. Y sólo así suplicarás que se te conceda el privilegio de ofrecer mucho de
lo tuyo y de aún ofrecerte del todo. Como la iglesia de Macedonia que aún en medio de su pobreza le rogaron
a Pablo les concediera el privilegio de ofrendar para la necesidad de la iglesia en Jerusalén; no sin antes darse
primeramente ellos mismos al Señor. Como hace años me enseñara un pastor - “Dios no quiere dinero, quiere
corazones. Dios no quiere ofrendas, quiere vidas ofrendadas al Señor”.

Y es que el lugar de la gratitud en la vida cristiana es decididamente central; esta se constituye en el motor de
nuestra motivación para obedecer a Dios. Aquella persona que ha asimilado, aunque sea parcialmente lo
enorme de lo realizado por Jesús a su favor no le queda de otra que estallar de agradecimiento. Lo que la
impulsará a vivir para hacer sonreír a Dios. Tengo la corazonada de que para muchos de nosotros este será un
día de acción de gracias para la historia.